Señalábamos el otro día, al hilo de un artículo de J. Subirats en El País, la importancia de que los poderes públicos y los partidos políticos vertebren sus mensajes en un relato dotado de una cierta coherencia, para que sirva de guía a la opinión pública y de marco de las acciones de gobierno y oposición.
Esta idea lleva con gran facilidad a la crítica de las acciones y mensajes de los gobiernos actuales (el de Artur Mas, el de Zapatero, etc.). Pero es igualmente aplicable a la oposición a esos mismos gobiernos. La oposición, a la que se supone una aspiración de alcanzar el gobierno, también debe ofrecer un relato a la opinión pública. Este relato típicamente debería contener una lectura/interpretación de la situación actual (normalmente crítica) y una visión del futuro, una promesa de cambio, etc. Y debe hacerlo exactamente por las mismas razones que el Gobierno: movilizar a sus partidarios y seducir a otros sectores de la opinión pública con su visión de cara al porvenir.
Reconozco que son consideraciones un tanto de Perogrullo y no sería realmente necesario hacerlas si no viéramos cada día su negación. Y el caso más flagrante de renuncia al propio discurso y a ofrecer a la opinión pública esa narrativa es el del opositor Partido Popular español. Veamos brevemente porqué esta decisión es errónea:
1. En primer lugar, el silencio sobre cuál piensan que debería ser el desarrollo futuro de nuestra sociedad y sobre la orientación de su futura acción de gobierno impide al Partido Popular y a su líder, M. Rajoy, ganar nuevas adhesiones a su proyecto político. Renunciar a conseguir adhesiones/votos es un comportamiento que uno no está acostumbrado a esperar de un partido político, pero…
2. Este silencio deja toda la iniciativa en manos del rival. No creo que haya muchos expertos en comunicación que recomienden esto a sus clientes, pero alguien parece estar aconsejando así al PP. Y no cabe duda de que ese rival intentará proponer un discurso alternativo frente al silencio de los populares (lo cual, unido a un buen candidato, podría hacer renacer las esperanzas de los casi-desahuciados socialistas).
3. Los populares se equivocan también con su silencio puesto que no pueden sacar a relucir uno de sus atributos positivos: el de la eficacia. Efectivamente, sea cierto o no, el hecho es que la opinión pública española atribuye al Partido Popular una mayor capacidad para gestionar correctamente la economía (“son mejores gestores”), frente a los socialistas que serían mejores redistribuyendo y aplicando políticas sociales. De nuevo: si el PP calla, si carece de discurso, nadie puede llegar a la conclusión de que “serán ellos los que nos saquen de la crisis”.
4. Y es que es precisamente en tiempos de crisis cuando el relato se hace más necesario. Las contiendas electorales del próximo año y pico van a estar muy centradas en la crisis (y en las posibles vías de salida de ésta) y en ellas ganará el que tenga el mejor relato hacia el futuro; el que sea percibido por la opinión pública como “el que nos saque de la crisis”.
5. En cualquier caso, el Gobierno entrante (sea del PP o del PSOE), como ha demostrado el caso de Mas en Cataluña, tiene tanta necesidad de relato como antes de llegar al poder. Por la sencilla razón de que, gane quien gane, serán necesarias dolorosas políticas públicas de ajuste y será preciso explicar a los ciudadanos porqué se priorizan unas cosas sobre otras.
Lo contrario, lo que está haciendo el PP de Mariano Rajoy, esperar que “caiga” el Gobierno socialista por el propio peso de la crisis económica es una estrategia que también tiene sus riesgos. Parafraseando a Churchill, se podría decir que la opción de Mariano Rajoy y el Partido Popular es hoy por hoy, para una mayoría de votantes, la peor opción posible… a excepción de todas las demás.
Esta idea lleva con gran facilidad a la crítica de las acciones y mensajes de los gobiernos actuales (el de Artur Mas, el de Zapatero, etc.). Pero es igualmente aplicable a la oposición a esos mismos gobiernos. La oposición, a la que se supone una aspiración de alcanzar el gobierno, también debe ofrecer un relato a la opinión pública. Este relato típicamente debería contener una lectura/interpretación de la situación actual (normalmente crítica) y una visión del futuro, una promesa de cambio, etc. Y debe hacerlo exactamente por las mismas razones que el Gobierno: movilizar a sus partidarios y seducir a otros sectores de la opinión pública con su visión de cara al porvenir.
Reconozco que son consideraciones un tanto de Perogrullo y no sería realmente necesario hacerlas si no viéramos cada día su negación. Y el caso más flagrante de renuncia al propio discurso y a ofrecer a la opinión pública esa narrativa es el del opositor Partido Popular español. Veamos brevemente porqué esta decisión es errónea:
1. En primer lugar, el silencio sobre cuál piensan que debería ser el desarrollo futuro de nuestra sociedad y sobre la orientación de su futura acción de gobierno impide al Partido Popular y a su líder, M. Rajoy, ganar nuevas adhesiones a su proyecto político. Renunciar a conseguir adhesiones/votos es un comportamiento que uno no está acostumbrado a esperar de un partido político, pero…
2. Este silencio deja toda la iniciativa en manos del rival. No creo que haya muchos expertos en comunicación que recomienden esto a sus clientes, pero alguien parece estar aconsejando así al PP. Y no cabe duda de que ese rival intentará proponer un discurso alternativo frente al silencio de los populares (lo cual, unido a un buen candidato, podría hacer renacer las esperanzas de los casi-desahuciados socialistas).
3. Los populares se equivocan también con su silencio puesto que no pueden sacar a relucir uno de sus atributos positivos: el de la eficacia. Efectivamente, sea cierto o no, el hecho es que la opinión pública española atribuye al Partido Popular una mayor capacidad para gestionar correctamente la economía (“son mejores gestores”), frente a los socialistas que serían mejores redistribuyendo y aplicando políticas sociales. De nuevo: si el PP calla, si carece de discurso, nadie puede llegar a la conclusión de que “serán ellos los que nos saquen de la crisis”.
4. Y es que es precisamente en tiempos de crisis cuando el relato se hace más necesario. Las contiendas electorales del próximo año y pico van a estar muy centradas en la crisis (y en las posibles vías de salida de ésta) y en ellas ganará el que tenga el mejor relato hacia el futuro; el que sea percibido por la opinión pública como “el que nos saque de la crisis”.
5. En cualquier caso, el Gobierno entrante (sea del PP o del PSOE), como ha demostrado el caso de Mas en Cataluña, tiene tanta necesidad de relato como antes de llegar al poder. Por la sencilla razón de que, gane quien gane, serán necesarias dolorosas políticas públicas de ajuste y será preciso explicar a los ciudadanos porqué se priorizan unas cosas sobre otras.
Lo contrario, lo que está haciendo el PP de Mariano Rajoy, esperar que “caiga” el Gobierno socialista por el propio peso de la crisis económica es una estrategia que también tiene sus riesgos. Parafraseando a Churchill, se podría decir que la opción de Mariano Rajoy y el Partido Popular es hoy por hoy, para una mayoría de votantes, la peor opción posible… a excepción de todas las demás.
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